La niña bajaba corriendo la colina, hacía la gran pradera verde que se extendía hasta el fin. Iba sonriendo, con sus tejanos holgados y la camiseta rosa manchada de barro. Allí ella era feliz. Tenía solo nueve años, y ya había encontrado la auténtica felicidad, que muchos tardaban años, y otros ni siquiera la encontraban. Pero en ella solo había euforia, euforia para estar allí, corriendo para alcanzar lo que nunca podría atrapar: el horizonte.
Felicidad que bonito nombre tienes!!
ResponderEliminarMe ha gustado el relato, es verdad que hay gente que nuca la encuentra y se pasa la vida buscándola en los sitios más complicados, ella, en vez de eso, se ha dado cuenta que con una pradería bastaba.
ResponderEliminarbesito x
Bonito relato, realmente la felicidad la encontramos donde menos la esperamos y eso está bien.
ResponderEliminarSaludos
Sí, la felicidad es muy bonita, però hay que buscar la verdadera, porqué a veces nos ofuscamos con otras cosas que nos parecen magnificas y no sabemos que aquello no es felicidad autentica.
ResponderEliminarJoana