Y Tania se puso eufórica cuando vio la bolsa de chuches que su abuela tenía en la mano. Tania hechó a correr hacía su abuela para abrazarla. La anciana le dio un beso en la frente y le dio las chuches. Tania, sonriendo como nunca, subió a su habitación y se empezó a comerse las chuches; era increible que, el día de su cumple, se sintiera feliz con solo unas chuches. Esa alegría que tienen los niños, que, con la madurez y la adolescencia, se pierde.
* Sin inspiración, escribiendo lo primero que me pasa por la cabeza.
Aun sin inspiración es muy bonito. Es una verdadera lástima que cada vez los niños necesiten más para ser felices. Cuando antes con una tontería se procuraba su dicha. :)
ResponderEliminaraunque lo hayas escrito sin inspiración me gusta :)
ResponderEliminara mi también me gusta mucho :P
ResponderEliminarBeesos
Gracias, The Little, Nessie y Clara, pero sigue sin gustarme el relato que escribí!
ResponderEliminarJoana
Muy dulce. Se nota que no estabas muy inspirada: repites mucho el nombre de Tania >.< pero me ha gustado de todas formas :)
ResponderEliminarHe organizado algo en mi blog, pásate http://piabaroja.blogspot.com/2011/05/sorteo-entrevista-primer-aniversario.html
Un beso!