Paseaba aquel sábado perdido en el tiempo, por aquella plaza desierta, yo sola, dejado que el sol me inundara por completo, de arriba a abajo, desde los dedos de las manos hasta la punta de la nariz, mientras (no me preguntes cómo) olía el calor que se avecinaba, y con el las tormentas de verano, la piscina, las salidas de campo y playa. Pero por el momento, yo estaba allí, dirigiendome hacia ninguna parte, guiñando los ojos por la luz excesiva, y dejando que ésta luz me invadiera y me llenara de felicidad, y empezara a bailar, que es lo que hago los sábados perdidos en el tiempo cuando estoy yo sola en una plaza desierta y el sol me inunda por completo.
Muy bonito Clara, deberías pasarte y publicar más a menudo, porque lo haces genial!!
ResponderEliminarClara, definitivamente tienes que escribir más. Haz caso a Joana. Hazme más caso a mi porque ella es tu amiga. Yo que soy una visitante te digo que me encanta como escribes :)
ResponderEliminarA mi también me encanta la luz del sol. Es mágica, por así decirlo. Te hace guiñar los ojos y es entonces cuando los tienes entre abiertos que ves lo que se avecina y ves la plaza desierta.
¡¡Precioso!!
Precioso, me encanta :D
ResponderEliminarLa magia del calor del sol, perfectamente reflejada!