El sol de los últimos días del verano aún calentaba mucho. Por esa razón, cuando ella decidió salir a dar un paseo por la extensión de hierba reseca no se olvidó de la sombrilla. Esa sombrilla, que la había acompañado tanto tiempo, que ahora servía de paraguas, era una buena representación de lo que ella era: aunque tenía unas cuantas varillas rotas, pero seguía ahí, servía tanto para la lluvia como para el sol, y sobretodo, siempre estaba ahí cuando se la necesitaba
Bonito relato Clara, y tienes razón... por fin Berta ha vuelto!!
ResponderEliminarJoana