Cada dos minutos daba una ojeada por la ventana del alto edificio, hasta que se dio cuenta de que sería mejor quedarse todo el rato observando la calle a través del cristal que no ir y venir de aquella forma cada pocos minutos. Y el tiempo transcurría lentamente, y no llegaba nadie... Y el tiempo cada vez más lento, y ni una persona que apareciese por la esquina... Se tumbó en la cama a esperar, y cerró los ojos. Estaba medio dormida cuando el timbre de la puerta la sobresaltó...
Cuando menos te lo esperas llega el momento que querías, o, en este caso, la persona.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, gracias por pasar por Tinta, pluma y papel.
Un beso.
Hola, bellísimas letras desnudan este precioso blog, si te va la palabra elegida, la poesía, te invito a mi casa, será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos sinuosos..
Siempre termino enamorada de todo lo que escriben, me encanta de verdad y esta entrada te juro que esta magnifica :)
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