Ellos corrían, cogidos de la mano. La arena se les pegaba a los pies, metiéndose en medio de los dedos. Pero ellos seguían corriendo; no importaba que Nabil hubiera venido de Burkina Faso, ni que Carina fuera colombiana, ni siquiera les importaba a ellos que Eira fuera noruega. Eran amigos, les unia una amistad innocente de niños que no se podía destruir. Corriendo de aquella manera, dandose las manos, y con las aquellas anchas sonrisas en la cara, parecían sacados de un anuncio de United Colors of Benetton.
Era una imagen digna de ver, una visión única: unos niños corriendo felices playa abajo, sin desprecio por las razas, inocencia de pequeños.
Una foto (como ya habeis dicho) digna de ver!
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